Gunnar W. Knutsen estudia las disparidades que existieron entre los tribunales inquisitoriales de Barcelona y Valencia en los procesos por los llamados “delitos de superstición”.
El tribunal de Barcelona, en sintonía con el resto de jurisdicciones europeas y bajo una notable influencia francesa, acogió numerosos procesos por brujería, con acusaciones de participación en aquelarres, infanticidios, destrucción de cosechas y culto colectivo al demonio. La mayoría de estos procesos fueron incoados por tribunales seculares, y el Santo Oficio tuvo muchas dificultades para propagar su escepticismo en materia de brujería satánica. En Valencia la Inquisición sí pudo ejercer su jurisdicción sobre los delitos de supersticiones sin tener que enfrentarse a acusaciones de brujería, pues los procesos judiciales se originaron por las tentativas de controlar, dominar y hasta de captar y torturar demonios para conseguir amor y encontrar tesoros escondidos y encantados, en lo que se observa una clara influencia de la tradición musulmana de dominio de djinns.
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