Si es Camarón de la Isla quien susurra en un sueño el título, ¿quién se atrevería poner objeciones? Desde el interior del sueño creí que locraquelado estaba más bien craqueado (como en los procedimientos industriales de la petroquímica), pero al despertar advertí que el cantaor gitano había aconsejado con lucidez: qué himnos podríamos aventurar hoy, en efecto, que no mostrasen una factura tan agrietada como nuestras perspectivas de futuro. Y no obstante, nos aclaramos la garganta para discutir, para conversar y para cantar. J.R
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